MIGUEL TOLENTINO: ENTREVISTA + CUENTO










¿Quién es Miguel Tolentino?

Lúbrico lector, lúdico profesor, lúgubre humor, indiscreto, observador y lúteo escritor.


¿El poeta escribe a ciegas?

Nop, yo creo que escribe a tuertas y  se cree rey.


¿Tu fuerte son los personajes del inframundo?

No lo había pensado así pero ahora que lo mencionas, si eso que dicen de que “cada cabeza es un mundo” es verdad, entonces sí: mis personajes provienen del inframundo.


¿La escritura es espacio de reflexión crítica?

Sip, me parece que escribir no es un asunto de inspiración sino que parte de reflexionar y la reflexión como tal ya lleva implícita una crítica.


¿Cómo maquinas tus cuentos

Forma No. 1

1.- Me embriago y espero a la musa de la inspiración.
2.-  En cuanto llega me la tiro.
3.- Me despierto crudo y sol.
4.- Empiezo a escribir  para no sentirme tan miserable.    

  Forma No. 2

1.- Me planto frente a la hoja en blanco y le grito: ¡puta.
2.- Espero a que responda.
3.- Lo paso al Word y le pongo mi firma.   
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EQUIMOSIS


Nunca la había visto y de repente noté su presencia. Tengo 2 años viviendo en el mismo departamento y apenas la acabo de ver. Al principio pensé que se trataba de humedad pero rápido descarté esa hipótesis  debido a las condiciones en las que se encontraba la pared; ésta era contigua al dormitorio y del otro lado no había algo que provocara la humedad, además que el moho no es morado, si acaso un poco rosa en las tortillas pero hasta ahí. Pensé en que tal vez la había golpeado por error con algún mueble o algo, pero haciendo memoria, pos no y viéndola de cerca era más parecida a un descarapelamiento (en caso de que esta palabra exista) y por si fuera poco no tengo ningún mueble morado, así que intenté quitarla sin detenerme ya, a pensar que podía haberla ocasionado. Me sentí como Washington en Canterville: intenté con agua y jabón, cloro, solvente, pinol, vaya hasta con “easy of bam” y nada la mancha seguía ahí, intacta, y no es que fuera una mancha grande y mucho menos fea, era sólo que ahí estaba y yo no la quería ¡era una mancha! ¡¿y a ver díganme quién carambas quiere una mancha?!
Las manchas se hicieron para manchar y/o para quitarlas y como ya había manchado la honra de mi blanca pared opté por quitarla, así que compré pintura y de unos rodillazos (con el rodillo no con la rodilla) la tapé. ¡Ja! Faltaba más, ¡manchitas a mi!

Esa  noche me acosté en la sala  viendo el lugar de la pared donde había estado esa horrible mancha (si, aunque no lo crean llegué a detestarla) pero bueno les decía me acosté frente a la pared hasta quedarme dormido. Soñé que la pared se enfermaba y le salían más manchitas hasta llegar a un cuadro de sarampión morado ( que es mortal, en mis sueños claro); mi pared murió, le lloré y la enterré en un parednterio  que en realidad era un laberinto, ahí entendí, que los laberintos no son más  que puras paredes muertas, olvidadas y sin epitafios. Al despertar lo primero que hice fue revisar la pared y ahí estaba: blanca, estoica, nívea, límpida, libre de toda mancha.

En el trabajo recordé el sueño y me asaltaron los temores de volver a casa y encontrar ese moretón exiguo en mi pared o lo que parecía peor una pared amoratada y exangüe.

La mancha no apareció ese día ni los siguientes pero no estaba tranquilo, tanto en las mañanas como al regresar del trabajo el corazón se me acelera por el temor de encontrar otra (o la misma) mancha morada.

Esta mañana mientras me afeitaba, vi en la esquina del espejo una especie de ronchita violácea que nunca había visto. 





















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